Icod de los Vinos / Canarias Insurgente (Redacción).- En Icod se encuentra un famoso ejemplar de drago (Dracaena draco), al que se le atribuye una edad de miles de años. En realidad, ningún estudio parece confirmar tanta longevidad, siendo más probable que el árbol tenga unos cuantos cientos de años. Según el botánico Wolfredo Wildptret de la Torre, profesor emérito de la Universidad de La Laguna y doctor Honoris Causa por la Universidad de Hannover: “el drago milenario de Icod se sabe que tendrá en torno a los 400 años. Es imposible que una monocotiledonea de tronco hueco como el drago pueda llegar a mil años. Eso es algo perfectamente estudiado y sabido con rigurosidad científica desde 1972”. En cualquier caso, es un árbol que no pasa desapercibido, y ha sido desde siempre el símbolo de Icod. Nadie habla de esta ciudad sin nombrar al drago.
En este contexto en el verano de 1996 se comenzó a levantar un muro (se puede ver en las fotografías) que linda con la calle Arcipreste de Ossuna, concretamente enfrente de uno de los laterales del Parque de Lorenzo Cáceres, para delimitar el Parque del Drago. Los ecologistas y parte de la opinión ciudadana no estuvieron de acuerdo en su momento- ni lo están ahora- con el muro. Además de TEA (Tagoror Alternativo Ecologista), en esta polémica intervienen de forma destacada la Coordinadora Pro-Defensa del Entorno de los Dragos y Furnias de Icod de los Vinos y la asociación de vecinos “Pelicar”.
Las posturas se presentaron irreconciliables, ya que los ecologistas -año 1996- opinaban que “el murallón impide la visión del drago milenario, es aberrante y atentatorio contra todos los fundamentos de la estética”... Además “la lógica de la obra es obtener provecho económico de un bien público y al margen de la sensibilidad más elemental de todo el pueblo canario”.
Los sociolistos icodenses no contentos con esta medida arbitraria, además han colocado numerosas banderas de la Unión Europea en lo alto del muro, así como un gigantesco y antiestético cartel metálico alusivo al Parque del Drago. Todo esto cumple una función clara y premeditada, la de impedir la vista del drago desde el Parque de Lorenzo Cáceres al mismo tiempo que se evita la posibilidad de fotografiarlo desde este emplazamiento privilegiado.
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